Barcelos

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Según una leyenda del siglo XIII, un peregrino que pasaba por Barcelos fue acusado injustamente de robo y condenado a morir en la horca. Se salvó cuando el gallo asado que el juez estaba a punto de comer se levantó y cantó. Desde entonces, los gallos de cerámica pintados de colores brillantes se han vendido por todo Portugal como símbolos de la suerte. Si tu horario lo permite, la enorme plaza de Barcelos alberga uno de los mercados al aire libre más grandes de Europa los jueves por la mañana. Por supuesto, hay mucho que ver todos los días de la semana, incluida la Iglesia de Nuestra Señora del Tercio del siglo XVIII en el lado norte de la plaza, que alberga paneles decorados con hermosos azulejos y madera dorada en su exterior sencillo. En el casco antiguo de la ciudad, abundan los edificios históricos, como la Iglesia Parroquial y las ruinas de un palacio perteneciente a los Duques de Bragança, que ahora alberga un museo arqueológico al aire libre.