Drobeta-Turnu Severin

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Fundada por los romanos, la antigua ciudad de Drobeta-Turnu Severin se accedía a través del puente más grande y ambicioso del Imperio Romano. Durante la Edad Media, la ciudad fue refortalecida y se convirtió en el bastión más importante en el Danubio, habiendo tenido que sobrevivir varios siglos de ataques. En los siglos XIX y XX, Drobeta-Turnu Severin experimentó un renacimiento, creciendo rápidamente en una metrópolis culta. Hoy en día, el Castillo de Agua, construido en 1914 en estilo medieval, es el símbolo de la ciudad y de este período de crecimiento. También hay fuentes cinéticas de colores brillantes y el Palacio Cultural neobarroco, un teatro y sala de conciertos. Cerca, los visitantes disfrutan de un paseo por los restos de la fortaleza medieval.