Frutillar

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En el siglo XIX, inmigrantes alemanes se asentaron en las orillas del Lago Llanquihue, estableciendo el pequeño pueblo de Frutillar. Fieles a su herencia, estos inmigrantes construyeron sus casas en el estilo tradicional alemán, excepto que en lugar de estar rodeadas por los Alpes, los edificios de entramado de madera son vigilados por los imponentes volcanes de la Patagonia. Pasear por las ordenadas calles se siente como si estuvieras en un museo de arquitectura alemana, como lo encarna el Museo Colonial Alemán. Explora el jardín, el almacén de máquinas, el molino de agua y la casa principal amueblada, y admira la increíble vista del lago y las montañas. El otro monumento principal es el colorido Teatro del Lago, un impresionante lugar que se extiende hacia el agua. Además de la encantadora arquitectura, por lo que Frutillar es mejor conocido es por sus numerosos conciertos, culminando en las Semanas Musicales de 10 días en enero y febrero. Estos espectáculos son una parte tan integral de la identidad del pueblo que incluso fue nombrada Ciudad de la Música de la UNESCO.