Ravello

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Datando del siglo V, Ravello se convirtió en una ciudad influyente bajo el dominio de la República Marítima de Amalfi. Cuando la república se enfrentó al Rey Roberto Il Guiscardo en 1081, los nobles de la ciudad se negaron a aceptarlo. Se dice que algunos comenzaron a llamar a la ciudad “rebello”, rebelde, lo que explica cómo apareció el nombre ‘Ravello’. La catedral del siglo XI de Ravello es un testimonio de la prosperidad de esos años. La simplicidad de su fachada blanca se ve compensada por las magníficas puertas de bronce del siglo XII, de las cuales solo hay unas pocas en Italia. Pero el principal atractivo de Ravello son sus villas. La Villa Rufolo del siglo XIII y sus jardines, restaurados de un estado de decadencia por un botánico escocés en la década de 1850, inspiraron a Wagner para el jardín de Klingsor en su ópera Parsifal. No menos impresionantes son los jardines de la Villa Cimbrone del siglo XI. Las avenidas arboladas, los jardines de rosas y las pérgolas cubiertas de glicinas culminan en lo que Gore Vidal describió como el lugar más hermoso del planeta: el belvedere. Alineado con bustos de mármol y acentuado con un templo pseudo-romano, este mirador en un acantilado ofrece espectaculares vistas de la Costa Amalfitana.