Rimetea

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Asentado desde la época romana, la abundancia de mineral de hierro en la zona ayudó al pueblo a crecer de una humilde aldea medieval a una floreciente ciudad minera en el siglo XVIII. A medida que se agotaba el mineral, la ciudad comenzó a declinar y fue casi destruida por un incendio en el siglo XIX. Los mineros locales reconstruyeron su pueblo natal, adhiriéndose a la arquitectura tradicional de Transilvania, pero con un toque austrohúngaro gracias a la gran población que ha vivido aquí desde el siglo XVIII. Incluso hoy en día, el pueblo es predominantemente húngaro. De hecho, está tan bien conservado que se convirtió en el primer pueblo rural en recibir el premio Europa Nostra y ha sido sugerido como Sitio del Patrimonio Mundial de la UNESCO. Dado que tan poco ha cambiado en el pueblo desde el siglo XIX, los visitantes tienen la oportunidad de caminar por una cápsula del tiempo viviente, disfrutando del aire fresco y las vistas de los picos circundantes.